sábado, 24 de noviembre de 2012

El mismo mar, dos mares diferentes


Después de volver de la Buti, cada mañana me llego hasta la playa del Bogatell y contemplo el mar, el mismo que dejé en la Buti, pero que me resulta diferente. Cada día, con la complicidad del cielo, me ofrece un espectáculo nuevo, y gratuito. ¡Qué generosidad! Un día, azul intenso y cielo despejado. Otro, de color gris y girones de nubes. Un día, calmo y sereno, otro, agitado y turbulento. Mares como platos de sopa antes de meter la cuchara. Así todo el otoño, el invierno y la primavera, hasta que, en verano, vuelvo de nuevo a la Buti y me reencuentro con él. Es como si hubiera un mar de verano y otro de invierno. Descubro que el Mediterráneo, junto con Barcelona y Europa, son mis señas de identidad más apreciadas. Me siento un europeo meridional.

Y en el paseo marítimo de la playa del Bogatell, observo cada día personas que pedalean, andan y corren en traje deportivo. Se mueven arriba y abajo, a derecha y a izquierda. Parece que no quieren parar, no sea que les caiga algo encima, ¿qué puede ser? La verdad es que hay tanto que esquivar: horizontes laborales sin futuro, recortes sanitarios despiadados (no se te ocurra ponerte enfermo), restricciones educativas (¡ay! del niño que necesite ayudas para el aprendizaje), hipotecas asfixiantes, mesías que aseguran la solución de todos los problemas invocando una palabra, dictadores encubiertos por mayorías parlamentarias, mares de banderas alienantes,... Y en medio de este batiburrillo de gente que va y viene, he encontrado un poema de Kirmen Uribe escrito en el suelo del paseo marítimo, que es un canto a la playa: "No sé elegir entre el Mar y la Tierra. Vivo felizmente en la línea que los une. En esta cinta negra que mueve el viento"